Para que entiendan a la mujer en esos días…
En fin, en el momento en que decidí salir a la sala todo el mundo estaba brindando por el acontecimiento que debía ser privado (gracias madre de nuevo). El punto real de este post es que nadie en ese momento o después me habló de las consecuencias negativas de ese “convertirte en mujer”.
Recuerdo que los únicos momentos en que podía faltar a clases sin que nadie preguntara mucho era cuando lloraba por el dolor de vientre que tenía, recuerdo doblarme en la cama y dormir sentada con una almohada en la barriga. En repetidas ocasiones en plena madrugada debía ir al baño a seguir llorando e intentar dormir sentada en la poceta.
En la universidad un día me desmayé del dolor (nunca me había desmayado antes y nunca me ha vuelto a pasar), pero recuerdo que mi amigo Eugenio me cargo desde el módulo 6 hasta el 3 del piso 3 de la Católica, no sé si debió subir escalones y demás, pero aún le agradezco al pana el esfuerzo.
Ni que decir cuando me quedaba en casa de mi amiga Ximena (en esos días) y ella le pedía a todas las chicas de servicio que me prepararán la fomentera… se quedaba la noche en blanco cuidándome… full pana también…
Recuerdo a Mónica hablándome de que me concentrara en una luz verde entrando por cabeza y a la mamá de Ariel haciéndome imposición de manos para quitarme el dolor…
El punto es que me molesta un poco cuando muchos hombres (y mujeres también) dicen que la mujer en esos días se vuelve irritable sin entenderlo o que son exageradas cuando se quejan… yo me pregunto ¿cómo se sentirían si sufrieran de disminorrea? Una enfermedad sin cura y que en griego antiguo significa menstruación dolorosa y que en libros médicos es causa de inamovilidad temporal de quien la padece.
Resulta que tal dolor abdominal o pélvico intenso va acompañado de calambres, dolor de cabeza, en la parte baja de la espalda y dolor radiado hacia las piernas. Además se pueden presentar náuseas, vómitos, diarreas, debilidad, fatiga, desmayos, depresión, escalofríos, fiebre, dolores de cabeza y malestar en general. Ajá y ¿ahora qué tal? ¿Ves que la cosa no es divertida?
Por suerte, mi adorado tormento y mi familia me entiende ese día en particular (gracias a Dios me dura 1 o 2 días nada más) que me encantaría encerrarme en la casa y dar golpes contra la pared, pero cómo decir en mi trabajo que me estoy muriendo por un dolor de vientre?
Dicen que es hereditario, pero en mi familia de eso no hay. Una tía política lo sufrió hasta que tuvo su primer bebé, mientras debió aguantar como el 40% de las mujeres del mundo que lo sufren. No hay un tratamiento específico para acabar con él, sólo me queda drogarme con analgésicos y seguir una serie de pasos cuando se aproxima la fecha. Entre ellos, no beber alcohol ni café ni té, no caminar descalza, no comer chocolate ni grasas, bañarme con agua caliente. También es recomendable dormir, hacer ejercicios, los masajes y las relaciones sexuales.
Así que, antes de juzgar a una fémina en esos días pregúntale si sufre de disminorrea, si su respuesta es positiva consiéntela, no le regales chocolates y si es tu pareja aprovecha diciendo que “por allí dicen que eso ayuda a calmar el dolor” (cosa que certifico).
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